Por Penélope Quero

Fotografía: Stacey de Martini

Migrar es un acto de fe, es un salto al vacío para preservar la vida, como esa pequeña espora que vuela en el viento para replicarla y conectarla por debajo de la tierra con micelio.

Migrar es un ensayo constante para improvisar a las circunstancias que se presentan día a día,quien migra pone el cuerpo y nuestrxs cuerpxs son la migración de los ancestros. Hay que confiar en la verdad de este cuerpo, pues solo podemos ser camino y la vida es la experiencia de regreso a casa.

Me sigo moviendo… eternamente me sigo moviendo desde la primera potencia que me engendró, no sé cuántas generaciones atrás. La vida que poseo en el presente proviene de muchos otros cuerpxs que siguieron un impulso de movimiento geográfico, mental, físico, emocional.

Mi sangre, huesos y tejidos, son el devenir de un instante de luz, una explosión atómica que me llevó de potencia a expresión de fuerza viva, ahora composición de afectos y efectos encarnados en materia, encuerpados en la singularidad que soy.

Pero para ser uno, antes hay que ser dos, y es que el viaje comienza desde las células, migrando del cuerpo de nuestro padre a nuestra madre, donde hemos sido tejidos en el secreto de su vientre, habitando nuestro primer mar, para después migrar al exterior, donde inevitablemente sentiremos la separación y el deseo de volver a ser uno.

Migrante-nómada permanente, no me puedo identificar de otra manera, puesto que el asentamiento de mi ser-cuerpo, se percibe como una condena de muerte interna, de olvido a lo animal de mi ser, para dejar que la civilización carcoma la memoria primigenia del movimiento-vida.

Un haz de luz atraviesa la ventana, mientras revela cientos de partículas que flotan en una danza que moldea el espacio- tiempo, un respiro alargado y profundo exhala la vida que emana en el vapor que atraviesa las fronteras de mis manos y se revela ante mis ojos, Phainen.

Así la vida nos es revelada, y los ancestros son quienes nos han enseñado a leerla. Observar, oler, sentir para configurar en la piel, el saber de la vida. Intuyendo una lluvia, leyendo las nubes que anuncian la nieve o una luna con casa y el cambio de estación. Lo meticuloso de nuestra percepción del fenómeno de la vida, es una herencia que ha pasado de generación en generación, hasta llegar a nosotros en la voz de nuestros padres y abuelos.

El mundo que se revela ante mí, es entonces una lectura de luz/fenómeno que emana de toda materia, traducida por la percepción de mis sentidos a través del cuerpo, cada experiencia de vida, cada paisaje, cada territorio que me atraviesan expande el límite de la frontera de mi percepción, por lo tanto del mundo.

Migrar para percibir y crear nuevos mundos, reinventarnos, resistir al condicionamiento de solo unas cuantas posibilidades. Migrar para ser generosos y empáticos, pues quien migra sabe que la adversidad nos mantiene presentes y en gratitud.

Mis abuelos y mis padres me enseñaron a migrar, a sentir la vida, las nubes, el cielo, la luna y su casa, el sonido de los coyotes, el olor a lluvia. El gesto de mi madre que me acompaña, la voz de mi abuela, la música de mi abuelo, las plantas de mi padre, los afectos tejidos en el aire, en las geografías recorridas, sin cuerpos físicos, pero amores.

¿Cómo tejer vida o palabra ? si no es desde el cuerpo en estado de presencia.

Lillian Penélope Quero Arauz

8 de Diciembre del 2023

Chihuahua Chihuahua México

La fenomenología me permitió entender la libertad de sabernos luz que dialoga en el espacio-tiempo, así surge este manifiesto migrante que busca hacer honor a mis ancestros.

Ciclo, tiempo, luz, vida y muerte. En ese sentido la naturaleza ha sido mi mejor maestra, observar como las hojas caen y alimentan el suelo para volver a nacer y hacer fotosíntesis, un salto cuántico de la obscuridad debajo de la tierra, que en contacto con la energía del sol, saltará para dar vida de nuevo. Y es que creo que todo está viviendo y muriendo al mismo tiempo, tal cual como la energía, no se crea ni se destruye, sólo se transforma.

En mayo del 2020, gracias a Fabián Guerrero de Revista Fluir Danza Contemporánea, apareció ante mí la convocatoria para el taller de Introducción a la Fenomenología de la Danza, de la Cátedra Gloria Contreras. En aquel entonces había escuchado el término. Sin embargo, no entendía realmente del universo que lleva dentro. Tres años después, entiendo que aún hay mucho que leer, escribir e integrar, no es un camino finito en absoluto.

Para escribir el día de hoy, estuve leyendo a mis compañeres, el artículo de Tanya me hizo ir a buscar mi carta de motivaciones para integrarme al taller de Introducción de fenomenología de la danza (que después se convertiría en el Seminario Permanente) pues ella nos comparte fragmentos de su propia carta de motivación.

Fotografía: Stacey de Martini

Durante meses (que meses no es igual a longitud del mismo) estuve intentando aterrizar “Cartografías de un Cuerpo Migrante”, una prosa poética sobre mi experiencia migratoria vista desde la fenomenología. Cuál sería mi sorpresa al leer de nuevo mi carta de motivación, que encontraría parte del mismo texto que estaba escribiendo para cerrar este ciclo.

Al releer la carta, también encontré que hay congruencia en mis inquietudes y búsquedas respecto a mi práctica en el campo de la danza y las artes. Aún no he logrado el nivel de escritura para una investigación fenomenológica, sin embargo aprendí a escribir desde el cuerpo, en un estado de presencia, como exponía para la introducción del artículo El Cuerpo como Territorio para el BIDE (1):

“Innegablemente experimentamos este mundo a través del cuerpo, ya lo mencionaba Merleau-Ponty en su obra El ojo y el espíritu, como “el centinela que asiste silenciosamente a mis palabras y actos”. Es este cuerpo el que narra nuestra historia; cada gesto guarda las memorias legadas de batallas y movilidades por las que hemos tenido que transitar para continuar el viaje de la vida, encontrándonos en un continuo diálogo con todo aquello que nos rodea, viviendo en una sociedad que se encuentra constantemente en conflicto”.(2)

Al principio podemos sentir un poco de miedo cuando no entendemos conceptos, o cuando no estamos acostumbrados a escribir constantemente. En aquellas primeras sesiones escuchar palabras como phainein, escorzo, quiasma, o eidos, me hacían sentir un poco desubicada, pues jamás había escuchado de ellos, tampoco de Merleau-Ponty, Jean-Luc Nancy o Edmund Husserl. Gracias a la apertura y visión de Raissa Pomposo, se volvieron parte de mi vida y estoy segura que es pionera para la fenomenología no sólo a lo largo de México y América Latina.

La particularidad del Seminario de Fenomenología de la Danza, es su capacidad de converger mundos, no sólo la Filosofía y la Danza, Pues a lo largo de tres años lo multidisciplinario ha sido una marca distintiva, hemos navegado desde la música, física cuántica, el canto, los movimientos feministas, los grupos originarios, videodanza, descolonización, entre otros.

Fotografía: Stacey de Martini

Percibo la danza como un impulso que proviene de lo más profundo de nuestro ser, el impulso rítmico de la vida. Nuestro cuerpo está conformado por millones de células que pulsan para mantener la materia que en unión llamamos cuerpo y nos contiene, separados pero perceptivos de nuestro entorno. Este cuerpo cuenta con un sistema nervioso central, el cuál nos ayuda a recabar-percibir toda la información a través de nuestros sentidos, y donde el cerebro es el órgano más grande de este sistema, el cual nos permite procesar y clasificar la información que hemos recabado con nuestro cuerpo. Así también es que vamos grabando información en cada una de las células que nos componen, con ayuda de la amígdala y el hipotálamo, ubicados en el sistema límbico, ambas importantes para nuestra supervivencia, respuestas corporales y valoración del significado emocional de las experiencias.

Todo esto es importante porque es el proceso con el que vamos construyendo nuestra percepción del mundo, del yo, de los otros, de mi cuerpo-materia-espacio. A su vez esto es importante para la danza, porque se sirve de la corporalidad, y la corporalidad, de la conciencia que estructuramos a través de la experiencia. Entonces todo aquel fenómeno que ocurre alimenta nuestra danza a través de la percepción.

Uno de los eventos más impactantes en mi vida, fué durante 2020, cuando quise viajar a Estados Unidos durante la pandemia. Evidentemente era un mal momento, pero como todos los artistas escénicos, no tenía muchas opciones, y en mi casa las cosas se veían complicadas. Durante este viaje fuí deportada de Estados Unidos a México. Mientras me encontraba en la oficina de migración, siendo cuestionada y cateada como una persona criminal, mi sostén era la esperanza de salir y crear algo de aquella experiencia. La Cátedra y mis compañeras Alejandra y Claudia, me arroparon desde sus latitudes, San Luis Potosí y Francia, así creamos la video danza “Espora” . Hoy sigo siendo una persona ilegal para el gobierno Estadounidense pese a que ni siquiera entre en su territorio en aquel viaje.

Pero eso no me detuvo para ser nube y viajar por diferentes cielos, mares y tierras, sólo fue un recordatorio de lo absurdas que son las fronteras, pues yo existo gracias a quienes decidieron ser valientes y moverse para continuar la vida. Y gracias a la fenomenología puedo nombrar este estado migratorio como la luz que mueve permanentemente por la vida.


Referencias.

(1) Sitio web de BIDE - Barcelona International Dance Exchange, organización con sede en Barcelona, que ofrece programas para el intercambio creativo y el trabajo en redes globales de artes escénicas, a través de una herramienta única llamada B>Lab. https://bidebarcelona.com/en/

(2) Penélope InMotu, “El cuerpo como territorio”, Publicado en el blog de BIDE, Mayo 22, 2020. https://bidebarcelona.com/en/blog/99-el-cuerpo-como-territorio

Cátedra Gloria Contreras