Por Melanie Robles | Recuento de memorias del Seminario de Fenomenología de la Danza y estudios de la corporeidad
Si te invitaran a repensar tu visión hacia el cuerpo, ¿aceptarías?
Qué mejor momento de repensar nuestro cuerpo que ante el encierro inevitable de la pandemia.
Era 2020 y mi práctica artística en escena se vio pausada en un momento importante para mi desarrollo profesional. Tenía veintitrés años y, después de haber salido de mi ciudad natal para dedicarme a la danza en Ciudad de México, tuve que encerrarme de nuevo en casa. El mayor contacto con el exterior era a través de las redes sociales y, al estar vinculada a la UNAM por ser parte de DAJU, descubrí la convocatoria para el Taller de Fenomenología de la Danza. Apliqué sin saber que esa decisión cambiaría mi visión de la danza para siempre.
Desde la virtualidad, conocí a Raissa Pomposo quien amorosamente nos compartió su investigación en filosofía y danza. Al entrar a las reuniones del taller y escuchar sobre los estudios de fenomenología y danza, empezaron a tomar sentido muchas sensaciones que percibía pero no tenían palabras, muchas experiencias que había vivido y no había nombrado, además aparecieron posibilidades que aún no sentía. Iniciaron las preguntas y no hubo vuelta atrás. “¿Por qué nombrar lo que nos pasa? ¿Cuál es la verdad de las cosas? ¿Qué es lo que se ve? ¿Mi cuerpo es Eidos? ¿Y si mi cuerpo es mundo?” Fueron las primeras preguntas que detonarían a incontables más.
Cada sesión era descubrir un mundo nuevo, una idea tras otra que empapaban un terreno dentro de mí que llevaba seco mucho tiempo. Durante las primeras sesiones del taller, Raissa nos introdujo a la palabra “encarnar”, la cual solamente conocía como el hecho de que se te entierre una uña o una astilla, por un tanto tiempo que se cubre con cuerito hasta formar una bolita de carne. Cuando nos presentó esta palabra como un concepto vivo; a mi definición se le unió un mundo extendido, lleno de posibilidades para nombrar los puentes que forma el cuerpo para incorporar(se) y adherir(se) al mundo: encarnar nombraba al “Quiasma”, que es el cuerpo y mundo entrecruzados.
Ahora, al decir encarnar: es hablar de la experiencia de la carne del cuerpo, haciendo puentes de percepción para integrar al mundo en el movimiento, como la astilla que conforme pasa el tiempo, se va integrando al tejido vivo del dedo y encuentra su lugar para moverse siendo dedo también. ¿Qué es aquello que encarnamos? ¿Qué es aquello que se nos astilla consciente e inconscientemente y cubrimos con tejido nuevo? ¿Qué es aquello que nos conforma? ¿Se puede desencarnar algo? ¿Cómo habitaba la carne? Desde entonces, el tejido de mi cuerpo se sintió maleable, lleno de protuberancias que eran sucesos integrados a la carne, de cicatrices que narraban la expulsión de astillas y de poros abiertos dispuestos a hacer nuevas conexiones con lo que percibo.
La palabra encarnar me llevaría a uno de los ejercicios más difíciles del taller: vernos a nosotres mismes en la desnudez. En ese redescubrirse, me escribí una carta inmensa que fue dolorosa de escribir (y ahora de leer), pues vivir la crudeza de la propia desnudez con una mirada fenomenológica implicó comenzar a verme de nuevo, observando las historias que contaba la forma de la carne y el manto de la piel.*
“Un cuerpo no está vacío, está lleno de otros cuerpos, pedazos, órganos, piezas, tejidos, rótulas, anillos, tubos, palancas y fuelles. También está lleno de sí mismo: es todo lo que es.” (1) Indicio 3 de 58 indicios sobre el cuerpo de Jean-Luc Nancy. Verse a sí misma sin emitir los juicios rancios y elaborados por los otros y por una misma, es doloroso. Se siente como rasgar un tejido, abrirlo para después abrazarlo. Como resultado escribí un poema titulado “Casa”, que creativamente desembocará en dos videodanzas: una que desarrollaría dentro de la Compañía Juvenil de Danza Contemporánea de la UNAM, DAJU, titulada “Territorios”, y otra como proyecto independiente apoyado por el PECDA Sonora el 2021,titulada “Sequía”, de las que mencionaré más adelante.
Con todo esto, continuamos las sesiones del taller con más de diez seres humanos y sensibles, desde la distancia, con hambre de conocer más sobre fenomenología. Encontrades en la virtualidad para permitirnos vivir nuestras preguntas y sobre todo para acompañarnos. Decidimos sostener el tejido que construimos y crear este Seminario, que inició con la escritura del manifiesto. ¿Cómo nos proponemos repensar y experimentar la danza?
Resultó en la construcción entre todes del Manifiesto que inauguró el “Seminario de Fenomenología de la Danza y estudios de la corporeidad”. En mi participación, enuncié mi visión y postura de la danza con una actitud fenomenológica: “Observar la práctica dancística concibiendo el cuerpo danzante como gruta, es decir, como lo oculto que palpita en la oscuridad del tejido carnoso, como lo que habita entre las cavidades de la piel: texturas, fluidos, alientos, olores, aberturas, verdades, secretos, colores, entrañas. El cuerpo que puede mostrar sus matices, apareciendo diverso y complejo, para así vislumbrar a la danza conteniendo a todas las corporeidades que la crean.”
Comenzó un camino de investigación con Raissa, Astrid, Daniela, Francisco, Rocío, Claudia, Amelia, Penélope, Gabriela, Tanya, Samantha, Alejandra y Frida, en el que compartimos experiencias en la danza, lecturas de Merleau-Ponty y Husserl, preguntas de nuestro quehacer artístico incorporando la fenomenología de vivir la danza. “Cuerpo cósmico: palmo a palmo, mi cuerpo toca todo. Mis nalgas a mi silla, mis dedos al teclado, la silla y el teclado a la mesa, la mesa al piso, el piso a los cimientos, los cimientos al magma central de la tierra y a los desplazamientos de las placas tectónicas. Si parto en el otro sentido, por la atmósfera llego a las galaxias y finalmente a los límites sin fronteras del universo.” (2) Indicio 31 de 58 indicios sobre el cuerpo de Jean-Luc Nancy. Y así les cuerpes cósmicos de mis compañeres se sentían cercanos y la soledad se sentía menos.
Al paralelo, seguía viviendo la danza siendo intérprete en DAJU desde la virtualidad, danzando lugares seguros (casa), es decir alejada de personas, registrándolo en video. Así se sumaron mis acercamientos a la danza desde la fenomenología, primero en la lectura y escritura, después en la danza en soledad encerrada en mi habitación y luego en la creación de danza en video, ese momento fue también mi primer acercamiento a la videodanza. La danza que nace desde el ojo de la cámara y en lo que se captura: ser camarógrafa fue también danzar. Incorporé el juego de lo que iba a aparecer y desaparecer del cuadro, eligiendo a qué darle el foco, fragmentando y expandiendo el cuerpo. Sumé el poema de “Casa” (creado durante el taller de fenomenología de la danza) con la actitud de juego sobre aquello que se manifiesta, para realizar mi primera videodanza “Territorios”. En ella, exploré el concepto de cuerpo-territorio registrando mi experiencia en un terreno desértico el cual me rodea y conozco desde niña, que habité frente a la cámara para danzarlo: jugué a expandirme, acercarme y adentrarme en ese espacio inhóspito a través del cuerpo y del ojo de la cámara. En definitiva, crear desde la fenomenología es crear desde un lugar de reflexión, pero también de diversión y amor.
Así, con esta videodanza cerró mi ciclo en DAJU y comenzó el 2021 junto con la incertidumbre laboral. Entre las lecturas y los diálogos del taller, Raissa mencionó su interés en “la visión de cuerpo desde las políticas públicas”, y nos preguntamos a todes les integrantes del Seminario, cuál sería nuestra visión del cuerpo en el terreno laboral. Rocío mencionó el abaratarse al momento de buscar trabajo y aceptar oportunidades laborales en la danza, lo cual me movió mucho por dentro pues he tenido experiencias en las que he llegado a consentir el “abaratarme”, es decir reducir la traducción del valor de mi esfuerzo físico y creativo en el monetario, sólo por obtener un ingreso, aunque sea menor al valor que tiene mi labor dancística, debido a la necesidad de sobrevivir.
En ese momento me di cuenta de que sí tengo algo que decir, que mis preguntas importaban, que tenía que decir en voz alta mis preguntas, que mis inquietudes eran compartidas y podía aportar algo de mi investigación corporal y danzante a las búsquedas de otras personas.
Fue así que entre todes, con el gran apoyo y gestión de Raissa, Adri y la Cátedra Extraordinaria Gloria Contreras, se creó el Foro abierto: El intercambio energético en la acción de danzar, en febrero de 2022. En este, participé y reflexioné abiertamente sobre el cuerpo como herramienta de trabajo, lo que desembocó en un breve manifiesto sobre el cuerpo inspirado en el de Yvonne Rainer (ver imagen).
Cuestionaba el hecho de que aspirar a la funcionalidad fuese un deseo de deshumanizarnos, experiencia aunada al distanciamiento social que nos alejó de los demás y de nosotres mismes. Durante el foro abierto, escuchamos a personas de distintas latitudes, que se desenvuelven profesionalmente en la danza o en el arte, que compartían inquietudes de replantear cómo concebimos el trabajo creativo y artístico que habíamos estado desempeñando en nuestro día a día, apuntando a mejorar nuestro quehacer artístico otorgándole el valor digno que se merece, pero lo que más me impactó, fue que todes habíamos vivido al menos una situación de precariedad al trabajar en el arte.
La danza y la precariedad laboral han estado presentes, las he vivido y he visto a personas dedicadas a la danza vivirlas. La crisis económica y emocional de la pandemia afectó a todos los tejidos sociales, sobre todo a los que estuvieron poco sostenidos desde antes; como lo es la comunidad artística en cuestión de trabajo. Si antes del 2020 los espacios y oportunidades laborales dignas que viví como bailarina eran escasas, normalizando tener distintos empleos para poder vivir del arte, en 2021 se hizo todavía más evidente esta escasez con el cierre de espacios escénicos. Según la Unesco (3), “las industrias culturales y creativas (ICC) han sido uno de los sectores más afectados por la COVID-19”, a su vez denuncia que: “las pérdidas de ingresos en las industrias culturales y creativas en 2020 son también particularmente significativas, y oscilan aproximadamente entre el 20 y el 40% en los distintos países”. Por último, afirma que “los trabajadores independientes han experimentado mayores niveles de pérdida de ingresos y desempleo que otras categorías de trabajadores culturales y creativos, lo que demuestra la urgente necesidad de defender y reforzar los derechos sociales y económicos de artistas y profesionales de la cultura en todo el mundo.” Finalmente el mundo nos reveló que estamos inmersos en esta realidad que nos toca, haciendo evidente que estamos enraizados unos con otros.
Esta crisis, como bailarina de danza contemporánea, fue una reverberación violenta en la que la vida y la posibilidad de subsistir económicamente estaba cada día en disposición de desmoronarse. Fue una verdad mundial de la que no pude escapar. Sin embargo, el espacio del Seminario, sostuvo en cada encuentro la importancia de la vida: el autocuidado y acompañamiento fueron parte vital del tejido que cada une de les integrantes creamos desde nuestras latitudes. Incorporamos también nuestra filosofía de vida y la traducimos en acciones para con nosotros, en ese cuidarnos nos dimos la atención de escucharnos y crear un espacio seguro para decir cómo nos sentíamos.
En ese trazo de sensaciones repensando la danza en la fenomenología, pasó año y medio hasta que volví a vivir la experiencia de bailar con otres, de experimentar el cuerpo en estado de danza en escena. Con estado de danza me refiero a la presencia presente y sensaciones que se van generando en el momento de danzar, percibidas por mí misma: un trayecto de sensibilidades. Como menciona Vanessa Larios en relación a la fenomenología de la carne: “el modo que tenemos de sentir nuestra propia vida, es decir, el modo que tenemos de sentirnos vivos, es justamente a través de nuestra propia carne y sus afecciones” (4) lo que afectaba en el presente y las afecciones incorporadas en la memoria muscular fue lo que nutrió al movimiento para sentirnos otra vez vivos danzando, vivos después del encierro y la muerte que nos acechó por más de un año.
Danzar de nuevo, fuera de la virtualidad con el tacto próximo de danzar en colectivo y compartir con el público presente, cambió totalmente pues haberme adentrado a la fenomenología había reconfigurado lo que conocía de la danza, cómo abordaba a la danza en ese momento y cómo elegía adentrarme a ésta. Esa gira con mis amigues danzantes, quienes nos nombramos como “KITOGA danza contemporánea”, unimos nuestras experiencias durante la pandemia para seguir creando por el gusto de bailar y revivir el cuerpo. Nuestros caminos entrecruzados vivieron la experiencia de redescubrir el contacto, mientras que dentro de mi actitud fenomenológica tomé en cuenta mis sensaciones como terreno de conocimiento para la creación, para reconocerme en la otredad, empatizar, ser paciente y permitirme descubrir la danza tal como iba apareciendo: danzar como la sensación de ser niña que ve por primera vez a través de la ventana. Se estimuló mi inquietud creativa, entendiendo que la experiencia sensible de la danza es un campo de conocimientos muy amplio, se extiende tanto como el movimiento y el cuerpo lo hagan, tanto como se perciba e imagine. Así, danzaba en los laboratorios coreográficos que hicimos en estudios de danza o al aire libre en viveros de Coyoacán, danzaba sobre las tarimas del foro en Colima, danzaba desde la cabina de sonido, desde los conversatorios improvisados después de la presentación y danzaba la emoción de sentirnos vivos. Siempre apuntando a la vida.
Vivía también la virtualidad, en los diálogos de cada encuentro sabatino con Francisco, Rocío, Gaby, Claudia, Amelia, Tanya, Penélope, Alma, Adri y Raissa, quienes nutrían mis preguntas constantes para vivir la danza desde una mirada fenomenológica. Gracias a elles en 2022 me aventuré a la creación de videodanza, apoyada por una beca del Estado. Me lancé a la creación tomando la primicia de la fenomenología: aquello que aparece. ¿Qué era lo que se me aparecía (inmediatamente)? La respuesta fue fácil: la sequía. El tema del agua me mueve bastante, no solo porque nuestros cuerpos se comprenden en su mayoría de éste, sino que en el desierto este líquido vital es escaso, por razones naturales y artificiales. Inicié la exploración a partir de un lugar de encarnación: realicé laboratorio (registrados en video) para sentir en el cuerpo este suceso medioambiental, me abrí al concepto de cuerpo-territorio y observé abriéndome a las posibilidades de ser en el espacio, de vivir el espacio áspero e inhóspito que es el desierto.
Llegó el 2023, y con este año la acción y la presencia son más palpables, llevando conmigo a la práctica escénica la actitud fenomenológica. Bailar después de la pandemia y después de las experiencias del seminario, es distinto en el buen sentido: recibo las sensaciones de mi carne, me abro al contacto con los otros al danzar, escucho a mi cuerpo cuando duele, cuando estoy indispuesta, cuando bailo dura o blanda, cuando me vulnero o me cierro, ante todo descubriendo y trazando el proceso creativo a través del fenómeno. Las posibilidades de danzar me circulan como sangre que va y vuelve a recorrer el mismo camino para latir la vida: el arte como un pulso.
La dinámica del seminario cambió a un encuentro de una vez al mes, entre clases abiertas con personas catedráticas que aportan, desde su investigación, conocimientos y diálogos muy ricos para todes les integrantes y para las personas interesadas invitadas a las clases. Los encuentros siguieron pero más escasos y espaciados entre sí: lo que una vez nos acercó en la virtualidad se fue disolviendo poco a poco, reintegrados de nuevo a la cotidianidad del mundo y separándonos de la pantalla. Es así como llegamos al día de hoy: el cierre del ciclo del seminario.
En este andar de los años mi labor en la danza me ha llevado a la docencia. La enseñanza de las artes/del cuerpo/de la danza, es un camino nuevo profesionalmente: compartir conocimientos en clases o talleres acerca de la danza habían sido escasos en mi experiencia, la cual ha sido muy distinta a la docencia en escuelas públicas, nivel de secundaria, donde formalicé el trabajo de la pedagogía de la danza.
Al dar talleres de danza, el formato es corto, son una o pocas clases, una semana a lo máximo tres meses, en las cuales la estructura de los ejercicios tienen como objetivo la experiencia misma en el taller: son laboratorios. Las creaciones artísticas dancísticas son procesos abiertos, sin pretender llegar a un punto específico de logro estandarizante, donde no existe una evaluación sino, que la experiencia misma del proceso da resultados flexibles y personales para cada participante del taller. Al formalizar la enseñanza me refiero a repensar y organizar la comunicación de aprendizajes: estudiar el plan de estudio propuesto por el Estado, participar en mesas de diálogo con otros docentes catedráticos en distintas áreas para establecer acuerdos de contenidos, planeaciones de los procesos de desarrollo de aprendizaje mediante una metodología, dosificación cronológica de contenidos de la materia, descripción de recursos utilizados en clase, adaptaciones de aprendizaje a los alumnos con áreas de oportunidad, el hecho de que exista una evaluación de los procesos de aprendizaje que finalizan en una calificación y demás aspectos pedagógicos que conlleva integrar a las artes al sistema educativo.
En un inicio estaba aterrada, todo aquello que desconocemos se vuelve no un vacío, sino una maraña de posibilidades de las cuales no tienes control. Sin embargo, desconocer es un gran lugar para abrir nuevos caminos hacia el aprendizaje. Es por eso que agradezco a mis primeres estudiantes que tuvieron la paciencia (mucha y a veces no tanta) de mis métodos de enseñanza caracterizados por variar en ritmo: apresuraba y ralentizaba los temas de la asignatura de artes, dependiendo de cómo observaba el desarrollo y respuestas de los grupos. Ahí me quedó mucho más claro que, aunque no contaba con la seguridad o la experiencia en la docencia, mi compañera y mástil en este viaje fue la actitud fenomenológica: la experiencia del presente es un conocimiento importante para ir sumando, hasta tener las experiencias que me dieran seguridad para continuar. Por ejemplo, al observarles, algunes se relacionaban con lo que les compartía rápidamente, como el ejercicio de hacer ritmos con partes del cuerpo; mientras que otres necesitaban más tiempo para lograr coordinarse. Y al otro día, aunque hiciéramos el mismo ejercicio, se vivía diferente porque habíamos cambiado, y estaba bien, o simplemente estaba, de ninguna categoría, solo siendo lo que es. Cada día mis estudiantes y yo aprendíamos algo nuevo de nuestras acciones.
Mi recorrido dentro de la danza y la fenomenología se encuentra en un momento de invitación, de acercar a mis alumnes (quienes no han tenido ningún contacto) , mínimo a experimentar la danza, para conocerla, explorarla, cuestionarla, abrirla, jugarla, aburrirse de ella, rechazarla y volverla a abrazar, pero finalmente vivirla, desde una entrada amable y amorosa, donde sientan que su cuerpo es totalmente capaz y válido de crear danza, que su expresión corporal importa y su movimiento y trayectoria en el mundo significan para la otredad.
La enseñanza de la danza, es ahora un medio de investigar la experiencia del cuerpo y de los puentes con la otredad. Me recuerda que la vida está llena de ciclos, y que la fenomenología de la danza ofrece vivir muchos ciclos de distintas maneras. Bailando, interpretando, coreografiando, diseñando, videodanzando, pensando, encarnando, incorporando, escribiendo o enseñando: la danza se trata de compartir esta vida con les otres. Vivamos la danza. Vivamos el cuerpo. Vivamos.
Referencias.
*Par ver más sobre la perspectiva fenomenológica de la autora recomendamos revisar su texto ¿La danza es experimentar la historia del cuerpo? publicado el 2 de mayo 2022 en el blog del Seminario de Fenomenología de la Danza y estudios de la corporeidad. https://www.danza.unam.mx/cgc-blog-seminario/2022/5/2/la-danza-es-experimentar-la-historia-del-cuerpo
(1) Nancy, Jean-Luc, 58 indicios sobre el cuerpo: Extensión del alma, La cebra, Buenos Aires, 2007, p 13.
(2) Idem, p 21.
(3) UNESCO,Junio 2021. “Nuevo panorama de la UNESCO sobre el impacto económico en las industrias creativas” https://es.unesco.org/creativity/news/nuevo-panorama-de-unesco-sobre-impacto-economico-en-las
(4) Larios, Vanessa, Devenir carne, KS OmniScriptum Publishing, España, 2018, p.7-8.
(5) Henry, Michel, Encarnación. Una filosofía de la carne, Sígueme, Salamanca, 2001,120.