A través del lenguaje de la danza folklórica mexicana, específicamente mediante técnicas como el zapateado y el faldeo, Arrojo presenta un discurso narrativo y estético contemporáneo. La obra utiliza la danza folklórica como herramienta para explorar temas como la rebeldía, la valentía, la autoafirmación, la dignidad y la sororidad, desafiando así los mandatos de género y promoviendo la diversidad y la autonomía femenina.