Hotxuá: hacedor de risas

Por Ana Lucía Tron*

 

Para hablar de risa, es indispensable entender el humor que, como la personalidad, se construye con quienes nos acompañan, con quienes descubrimos el mundo que nos rodea. Lo que nos de risa se moldea a partir de nuestro contexto y sociedad, por ello, hay chistes y comedias que no comprendemos, mientras que en otros momentos históricos o para otras culturas son la cumbre de la diversión.

El sentido del humor, indudablemente, es social, pero se refleja en el individuo con tanta diversidad como personas existen. El sentido del humor es como una danza: es una composición de instantes, acción y reacción. Y uno de los elementos más importantes y únicos en el humor, es la risa. Sin contextualizar, seguramente nos espantaría este fenómeno de extrañas contracciones musculares, sin embargo, es natural e indispensable para el ser humano. La risa nos llega como el aliento: un día alguien hace un gesto y el bebé ríe; otro día alguien cuenta un chiste rebuscado y aprendemos a disfrutarlo, puesto que el fin de reír, en muchos casos, es reír en comunidad.

Desde que somos bebés la risa y la sonrisa nos salvaguardan y provocan el deseo de cuidarnos y protegernos. Nos da vida y torna nuestra existencia de una forma  más llevadera. Reír es una acción interesante que le ocurre al cuerpo involuntariamente. Si buscamos “risa” en el diccionario, encontraremos elementos relacionados con el movimiento de la boca y de la cara; el sonido que produce; el gesto de alegría. Yo pienso que la risa es mucho más que voz y movimiento —aunque igual lo es—. Tiene funciones muy importantes en la vida de un pueblo: une a la gente, comparte alegría, sorpresa, cercanía (como en las cosquillas) y hasta miedo. La risa puede ser burlona, irónica, contradictoria —río para no llorar—, tierna, estridente, tímida, dulce, amarga, cruel, inocente, franca, etc.

 

Definir la risa no resulta enteramente posible. No somos capaces de escribirla; pues  no hay letras que alcancen a describirla tal cual la experimentamos. Pero podemos decir que es una reacción corporal, emocional y mental, a cuya exactitud difícilmente podemos llegar, de manera que, para entenderla, no hay más que vivirla.

Este es el tema central del documental Hotxuá, en donde se muestran las actividades cotidianas de los Krahô, una tribu del norte de Brasil, para quienes la risa es un aspecto complejo de la vida diaria.

La risa entre los Krahô no requiere del habla, pero sí de la compañía, de las miradas, del contagio más benigno. El hotxuá se encarga de encontrar en la cotidianeidad la manera de crear comedia.

El hotxuá o hacedor de risas, busca la exageración de lo cotidiano o el traspaso de los límites definidos, de forma que dicho acto se vuelve grotesco sin dejar de representar una realidad, la cual, es una parte importante del acto cómico: la burla de aquello que realmente nos sucede.

El hotxuá “no es un personaje, sino una función social que algunos elegidos tienen el privilegio de poseer” (Ferracini, 2005, p. 150, como se citó en Filhao de Abreu, 2017, p. 42) con lo que podemos decir que la risa existe mientras perviva la sociedad.

La risa ocurre en muchos lugares y uno de ellos es la calle, en donde nos reímos públicamente sin darnos cuenta. La risa es pública y es social, se da con otro que ríe o hace reír. La risa en el espacio privado puede o no ser social, pero ¿tiene sentido si no lo es? En las calles somos un tanto vulnerables, puesto que el cuerpo es vulnerable al exterior. La piel puede lastimarse, puede herirse o puede alegrarse. El contexto exterior afecta al interior, y usar ropa no nos hace menos vulnerables cuando se trata de reír. La risa llega sin avisar, llega como una respuesta natural ante las situaciones que la provocan.

No nos salvamos de reír cuando estamos con quienes nos dan confianza y ocurre la situación cómica. En Hotxuá se puede ver la risa libre, natural, sin buscar una mueca o un sonido “agradable”, la risa sólo “es”, como es la digestión, involuntaria y necesaria. La risa muestra vulnerabilidad al ser comunicadora de las emociones. Nos volvemos débiles al reír, el cuerpo se relaja, el abdomen duele y los ojos se cierran. Cansa reír, ¡pero cuán bien hace! 

Los krahô dicen que hotxuá lo resuelve todo con su burla y sus chistes. Hace que la gente cambie de opinión y su humor mejore sólo con una risa, de tal modo que une al pueblo, lo alegra y lo abraza: sólo hace cosas buenas. 

Filhao de Abreu (2017, p. 42) menciona que “el cuerpo del hôxwa es el canal máximo de su expresión, de las emociones, de su lógica (ilógica) y de su gracia. Él actúa con el cuerpo y con la capacidad de ver el mundo al revés. A pesar de eso, la imitación es hecha a la manera del hôxwa que está aprendiendo, o sea, cada hôxwa imprime el juego en su cuerpo y sus propias características al juego mismo.”

Se puede provocar la risa de forma accidental o estudiada. Se puede preparar un acto con vestuario y elementos o utilizar únicamente el cuerpo con todas sus herramientas motoras y sonoras.

El cuerpo es quien se pone a disposición de esta función social, el cuerpo está ahí para interactuar con sus acompañantes y lo hace en los espacios abiertos, donde cualquiera puede verlo, porque de eso se trata su actividad. El gesto, el sonido y el cuerpo entero ríen, denotando lo que sucede en una parte de nuestro ser que, difícilmente, podríamos expresar de otra manera. Al final, el cuerpo, el hotxuá y el pueblo se ponen a la disposición de la risa cuando existe confianza, vulnerabilidad y un espacio social para dejar que la risa fluya.

Referencias

Fialho de Abreu, Ana Carolina. "Hôxwa Del pueblo indígena Krahô, Brasil y la creación de juegos cómicos rituales en la enseñanza del teatro: Posibilidades para diálogos pluriculturales". Estesis 2, n.º 2 (2017). https://revistaestesis.edu.co/index.php/revista/article/view/13/124.

*Ana Lucía Tron es integrante del Servicio Social de la Cátedra Extraordinaria Gloria Contreras en Danza y sus vínculos interdisciplinarios.