Por Francisco Villalobos | Corazón latente y sentiente, breviario de un seminario fenomenológico

El 7 de mayo de 2020 escribí la carta de motivos que me permitió ingresar al taller en línea Introducción a la Fenomenología de la Danza que, muy atinadamente, impartió la maestra Raissa Pomposo. Recuerdo haber escrito sobre mi experiencia e historia dancística, las formas de acercamiento y sobre todo, de cuestionamiento sobre esta actividad humana que, definitivamente, me ha transformado.

Este taller me llevó a hacer una nueva revisión sobre el concepto experiencia, en tanto descubrimiento y convivencia con el entorno y con la otredad, determinante para la construcción del conocimiento desde el cuerpo y para el cuerpo. Ahí conocí a seres que me llevaron por nuevos senderos y cuestionamientos, los principales: ¿A qué se refiere la epojé?¿Cuándo salimos de la gruta y a qué salimos? ¿Cómo hago de mi danza un conocimiento del mundo? ¿Cómo escribo mi cuerpo? ¿Cuál es el sentido poético-disruptivo de la danza? ¿Cómo conecto mi ser cuerpo con la plenitud del tiempo danzado? ¿Qué particularidades convergen con lo que mi cuerpo propone, acciona y reacciona frente a los conocimientos corporales de los otros cuerpos y sus experiencias?

Estas preguntas se fueron respondiendo conforme avanzaba el taller y la lectura de Merleau-Ponty, Jean-Luc Nancy y sobre todo, Husserl, quienes nos revelan el sentido fenomenológico de nuestra existencia a partir de la experiencia, es decir, de nuestras formas de percepción del mundo y de la facticidad misma de la percepción con base en la espacialidad, el movimiento y la intencionalidad de éste último, en relación, claro está, con el mundo, con la alteridad y sus esencias en un tiempo presente.

Dice Merleau-Ponty en el prólogo del libro Fenomenología de la percepción que “la fenomenología es el estudio de las esencias y, según la propia fenomenología, todos los problemas se resuelven en la definición de esencias: la esencia de la percepción, la esencia de la conciencia” (1) y así lo creo, porque en este taller que después se convirtió en el Seminario de fenomenología y estudios de la corporeidad, así se hizo notar, descubrí diversas esencias en torno a la danza en los cuerpos de mis amorosas compañeras, uso este calificativo, porque es a mi parecer, el más atinado para describir lo que en esencia son estas mujeres danzantes: puro amor.

Cuando digo que estas mujeres son puro amor, no me refiero sólo al hecho de que en su ser exista bondad, gratitud y empatía para con la otredad, sino también al esfuerzo y tenacidad por generar conocimiento a través de su corporeidad en estado de danza. De lo anterior me pude percatar, gracias al encuentro sabatino en el que, durante más de dos años, reflexionamos entorno a conceptos, formas de abordar la danza y sobre todo, de encarnarla, a través de la aplicación digital Zoom.

Fue un acierto haberme inscrito al taller de Introducción a la Fenomenología de la Danza (una fortuna que me hayan aceptado) y después sumarme al seminario porque comprendí mejor, en compañía de mis compañeras de estudio, a Jean-Luc Nancy (2007), fenomenólogo del cuerpo y de la danza, cuando nos habla de los indicios, de las sustancias y de cómo nos volvemos uno con la otredad.

La resonancia de las voces, los cuerpos y las inteligencias de les integrantes del seminario fueron el encuentro con muchas sustancias, esencias y corporeidades que giran alrededor de la danza desde el video, la literatura, la psicología, el performance, lo somático, lo folclórico, lo contemporáneo, el trabajo en el campo, el trabajo con las infancias, la filosofía misma, etcétera, y que se escriben y describen desde experiencias particulares articulando al mundo desde una subjetividad y simbolismo orgánico, constructo y resultado de sus exploraciones fenomenológicas, es decir, desde su cuerpo sentiente y hablante, tal como lo dice Nancy en 58 indicios sobre el cuerpo “El cuerpo puede volverse hablante, pensante, soñante, imaginante. Todo el tiempo siente algo […] no para de sentir” (2).

Así fue este seminario; un constante sentir y percibir los seres cuerpo en su crecimiento creativo (desde la mirada de Rocío Becerril con sus múltiples videodanzas o desde la coreografía contemporánea de Melanie Robles), un encarnar constante de la técnica somática (gracias a Rosamelia Poveda), el discurso filosófico y fenomenológico (que nos compartía Raissa Pomposo), la sorpresa y la libertad (trabajada por Penélope Quero en Oaxaca o algún otro rincón del universo), la condición espiritual y despersonalización del individuo o trabajo del ego (desde la Danza Butoh de Gabriela Gallegos), el cuidado de la corporeidad y de los pueblos mismos (desde la danza de concheros y la psicología social de Tanya González), la reconfiguración y revaloración de la técnica dancística con enfoque pedagógico (desde la mirada modernista anclada en la técnica Graham de Claudia Rodríguez), en fin, en la convivencia cotidiana y el sumergimiento del estudio del fenómeno dancístico, del acontecimiento de la interdisciplinariedad y de clases abiertas como la del maestro Paco Salvador y su danza etno-contemporánea, misma en la que me detendré un momento dado mi interés y convergencia con este proceso investigativo.

Gracias al enlace de Rosamelia Poveda, el maestro ecuatoriano Francisco Salvador, incansable luchador y promotor de las poéticas invisibilizadas de los pueblos originarios de su país, reafirmamos la importancia de “indagar/trabajar desde los diversos ámbitos de la sobrevivencia y cómo se resisten, las sociedades originarias y sus descendientes modernos, en el ámbito de la danza” (Salvador, 2020).

La investigación del maestro Salvador toma como base las apuestas de David Le Bretón, en el sentido de que el cuerpo recoge las sustancias del mundo, así como la interrelación y la interpretación de la naturaleza, mismas que nos remontan a la memoria histórica, genética y por supuesto, el devenir del cuerpo y la danza.

Nos planteó la pregunta: “¿Cómo entiendo el espacio y el tiempo?” y la importancia del cuerpo en los saberes locales, para “comprender, interpretar, dar forma, aportar, elaborar, construir, formular, ampliar, debatir y escribir nuevas formas de la danza y sus memorias”, con la intención de habitar emociones y sentimientos del tiempo profundo, es decir, reactivar el recuerdo por medio del estudio y la investigación de la memoria oral, material y espiritual, dado que “la danza reproduce valores morales, éticos, espirituales, etcétera, además de ser un medio de comunicación”.

La memoria se reactiva con la sensibilidad y la reverberancia del cuerpo en movimiento, así las interculturalidades se hacen visibles y los cuerpos de los pueblos y comunidades originarias o campesinas, impregnan a la creación artística, en este caso a la coreografía, la génesis afectiva y emotiva de sus íntimas pasiones.

Quiero cerrar este apartado mencionando la importancia que el maestro hace sobre la historicidad y el sentido de filiación, porque la danza es, además de expresión artística, una forma de vida colaborativa, participativa, emancipadora y sanadora, porque “el ejercicio del arte es una práctica radical de la libertad”.

Para concluir este breviario, sólo me resta presentar parte de la historicidad que registré, pensando en la práctica de “amar nuestras culturas y nuestras heredades”, en la bitácora que llevamos durante el periodo de estudio de la fenomenología porque, escribir, también es un fenómeno relacionado con el cuerpo y el registro histórico de lo que éste hace por y para el mundo.

Aquí dejo algunos textos (episodios que más me marcaron durante ese tiempo) resultados de esa escritura fenomenológica:

19 de julio de 2020

Tisho

Esta noche nos reunimos en casa de la madrina Hortensia. Su cuerpo está débil. Ella enseña la catequesis en la iglesia del pueblo (Aquespala), pero también, cuando así se requiere, da a sus alumnes clases de danza. Enseña lo que se imagina o lo que ella piensa que es danza. Le gusta moverse. Hay veces que hace rondas, otras veces pone coreografías folclóricas, pero lo que más le gusta es que los niños muevan su cuerpo al compás de las alabanzas.

Hoy nos atendieron Edilman y Fernando, sus hijos, mis primos. Hortensia es hermana de mi papá, él también hizo, en su juventud, arte comunitario.

Lo importante de esta noche fueron los relatos, relatos sobre el uso del cuerpo y el juego (primer germen de la imaginación y la creatividad), de las formas de juego con las que crecieron. Chucho con rabia, El avioncito con corbatón, Busca la piedra blanca en el fondo del río, Atrapemos luciérnagas, etcétera.

Algunos de esos juegos todavía me tocaron a mí, por eso, en cuanto los mencionaron, mi cuerpo se estremeció, recordé lo que significa correr bajo una noche estrellada al grito de “El chucho tiene rabia” y salir en estampida para que el jugador que representaba al “chucho con rabia” no te alcanzara.

Mi papá refirió que cuando ellos jugaban no había luz eléctrica, así que, por las noches, sólo los iluminaba la luz de la luna y las estrellas.

“A nosotros nos pegaban si ensuciábamos la ropa, por eso, en las noches, salíamos a jugar tishos, total, no había luz, sólo se oían nuestros gritos y las risas. Todo era diversión” contó mi papá antes de que mis primos dijeran: “esa sí era infancia”.

Tía Hortensia. Cortesía de Francisco Villalobos.

El Ñaca. Cortesía de Francisco Villalobos.

17 de agosto de 2020

El Ñaca

Para el Ñaca no existe el Covid-19, no le tiene miedo a la mugre, a la tierra y al contacto con ella desde sus pies descalzos.

Se mueve con una sonrisa en los labios y con una mirada vivaz. La gente huye de él, los niños le tienen miedo, los adultos corren, él busca el contacto, pero todos huyen.

Cuando sentí tenía sus brazos entrelazados en mi torso, se reía y me miraba directo a los ojos.

Mabel, la chica con la que me encontraba, puso un rostro adusto y con nariz de fuchi.

Yo hice lo mismo que él, lo abracé. Después no quería soltarme. Con sonidos guturales intentaba decirme algo. Me detuve a ver en la profundidad de sus ojos, el misterio de sus ropas sucias, la inocencia de sus pies descalzos y caminé con él hasta el Dragón, ese juego mecánico donde niños y jóvenes gritaban al unísono, él quería sentir lo mismo.

Cuando Miguel vio que yo lo llevaba abrazado, se acercó y nos dijo: “yo voy a pagar su entrada”.

El Ñaca, de unos 14 años aproximadamente, tuvo una especie de iluminación, su cuerpo se agitó, brincaba de emoción, sus ojos se hicieron aún más vivaces, su sonrisa se hizo grande, sus manos, sus brazos, él, no sólo marcó mi camisa blanca, también marcó mi corazón.

17 de diciembre de 2021

Raissa Pomposo, mujer de bucles y sonrisa alucinante

Le llamé por la mañana, aún estaba en el aeropuerto de Ciudad de México. Me dijo que saldría a las 9:00 am. Llegaría al aeropuerto Ángel Albino Corzo, en Chiapas, a las 11:00 am.

Le marqué nuevamente a las 3:00 pm. Hora de la comida. Lo primero que escuché al otro lado del auricular fueron los acordes de la marimba, parecía una fiesta, era una fiesta, ya estaba en Chiapas. Luego su voz, dulce, amorosa y vivaz: “Ya estoy en Chiapas, ya pudiste escuchar a las marimbas”, “sí, ¿cuál es el plan?” le dije…”hoy pasaremos la noche en San Cristóbal” me respondió. “Te veo a las 5:30 pm. Frente a la cruz de la catedral allá en San Cristóbal”, nos despedimos.

*

Llegué, la busqué alrededor de la emblemática cruz, no estaba… de pronto, entre los suéteres, camisas, gorros y bufandas artesanales, la vi. Su sonrisa encantadora y su cabello rizado, volátil, sedoso y bien cuidado, me permitió reconocerla entre la gente. Ambos corrimos y al encontrarnos nos abrazamos fuertemente y por un buen rato. El abrazo amoroso que recibí me reinició. El encuentro ha sido mágico.

Capturamos el momento con una fotografía.

Caminamos, platicamos, reímos, nos abrazamos y nos dijimos lo mucho que nos queremos. ¡Qué experiencia!. Por fin nos tuvimos cerca, más cerca.

 

Estas experiencias, me parece, sintetizan lo que al inicio del Seminario de Fenomenología de la Danza y estudios de la corporeidad nos propusimos en nuestro manifiesto, sobre todo aquello en lo que fervientemente creo y plasmé en este manifiesto:

La interpretación de la vida, del mundo, y del sujeto cognoscente partirá de una concepción ética de la experiencia, de la imaginación resultante de la exploración del ser-cuerpo, de la acción creadora y del amor por una exaltación del espíritu y de la libertad de éste.

[…]

Nuestras investigaciones versarán en torno al tiempo, la memoria y el continuo, pensando en el fluir del movimiento, de todo movimiento que se logre desde el cuerpo en estado de danza, para establecer un equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu, la comprensión y facticidad del ser. (3)


Referencias.

(1) Merleau-Ponty, Prólogo de Fenomenología de la percepción, Planeta Agostini, Barcelona, España, 1994, pág. 7.

(2) Nancy, Jean-Luc, 58 indicios sobre el cuerpo: Extensión del alma, La cebra, Buenos Aires, 2007, p 15.

(3) Villalobos, F. (2020). Manifiesto, del Seminario de fenomenología de la danza y estudios de la corporeidad

Bibliografía.

Nancy, J. (2016). Escríbase el cuerpo, en Corpus, Arena Libros, Madrid. (pág. 13-15)

Ponty, M. (1994). Prólogo de Fenomenología de la percepción, Planeta Agostini, Barcelona, España.

Villalobos, F. (2020). Manifiesto, del Seminario de fenomenología de la danza y estudios de la corporeidad

[Video] “Pensar lo contemporáneo desde los pueblos originarios”, Mtro. Paco Salvador. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=QCsiKLuhzJY

Cátedra Gloria Contreras